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            Fernanda Escárcega Ch.

 

¿Es necesario hacer referencia a la tradición para ser considerado diseño legítimamente mexicano?

 

A lo largo de las últimas dos entradas fuimos recorriendo algunos de los momentos y figuras que marcaron la historia del interiorismo en México. Para hablar de ello hemos tenido que hacer alusión al ámbito de la Arquitectura y del Diseño Industrial pues, por un lado, han sido quehaceres estrechamente vinculados y, por otro, aún no hay mucha investigación específica sobre el interiorismo.

Como última entrega sobre el tema trataremos de completar el recorrido hasta el momento actual. Para ello retomamos la historia desde ese punto en el que el país, tras la convulsión de la Revolución, estaba intentado configurarse como una nación íntegra frente al mundo.

El proyecto de creación de identidad se fue abordando desde diferentes líneas: la educación, el arte, la política, etcétera. A partir del año de 1940, desde la economía, la adopción del modelo de desarrollo estabilizador buscó generar un crecimiento efectivo e igualitario que lograra la formación de un país moderno e industrializado. La industrialización, llevada a cabo por el sector privado, con apoyo del público, se realizó estableciendo un rígido esquema de protección frente a a la competencia del exterior. Esta etapa, conocida como “el milagro mexicano” se da con el impulso al desarrollo de la producción en masa, no solo en la parte de manufactura sino desde las proyecciones y el diseño de los productos.

En medio de esta intensa actividad productiva y de la indagación cultural en busca de un moderno ser-mexicano es Clara Porset –desde la Arquitectura y el diseño de mobiliario– una de las personas que voltea hacia las artes populares y las técnicas vernáculas para empezar a constituir una nueva estética. Otros casos semejantes son los de William Spratling –estadounidense que estableció su taller de plata en Taxco–, Tachi Castillo –dedicada al diseño de modas– y Félix Tissot –ceramista francés que colaboró con artesanos nahuas para crear piezas de formas modernas con motivos originarios–. Todos ellos también fusionando lo tradicional con formas y concepciones foráneas, más en vista del entendimiento y mercado global.

Otras manifestaciones de este mismo proceso pueden encontrarse en la exposición Arte en la vida diaria. Exposición de objetos de buen diseño hechos en México, de 1952, en la que Porset conjuntó piezas que, en ese tiempo, destacaban desde el diseño industrial y artesanal del país. Ese mismo año, los arquitectos Carlos Lazo y Raúl Cacho fundan los Talleres de Artesanos, donde fomentarían el estudio y producción de objetos y muebles domésticos. En 1961, se funda la primera licenciatura de Diseño y la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA.

Aunque hasta aquí hemos venido refiriéndonos al diseño solo en la escala de objeto, es posible vislumbrar en paralelo la evolución de la arquitectura y el interiorismo nacional pues todo el ámbito creativo fue respondiendo a la combinación de tendencias mundiales, a la indagación en las raíces y, por supuesto, a las fuerzas del mercado.

Patio del edificio de la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA en la Ciudadela, Ciudad de México.

Durante la década de los 70 la exploración de técnicas, materiales y motivos se incrementa. A la pregunta sobre si el diseño mexicano debía hacer referencia a la tradición para auténticamente serlo, la respuesta no fue tan contundente. El diálogo entre lo nacional, lo regional y lo extranjero se mantuvo aunque podría decirse que la cima de esta etapa se alcanzó con la consolidación del sello “Hecho en México” como distintivo de productos nacionales en México y en el mundo.

Para los años 80 las cosas cambian. Sin saber cuál es causa y cuál  efecto, se suman dos condiciones: el desarrollo se estanca –la desigualdad incrementa y el desempleo también– y el país entra al Tratado de Libre Comercio. Con esto México se vuelve más bien un país de manufactura, la importancia del diseño se deja de lado y la necesidad y la importación de lo extranjero, tanto a nivel de productos como de ideas, se vuelve el bien más deseado.

Si en el proceso intelectual y productivo de los años anteriores se había llegado a un punto de equilibrio, con este nuevo modelo económico –y de pensamiento– la tensión entre lo típicamente mexicano y lo modernamente extranjero se vuelve a sentir. En muchos sentidos, el peso se lo lleva lo “americano”.

Del diseño mexicano de los años 80 y 90 se dice poco.

Pero hacia finales de los 90 comienzan a surgir figuras que marcan el inicio del movimiento de diseño más actual. Aparecen Ezequiel Farca –que salta del diseño industrial al diseño de edificios, casas y yates–, Héctor Esrawe –que también parte del diseño industrial al de interiores, a la museografía e incluso al desarrollo de conceptos– y, quienes abren nuevamente la pregunta de qué es lo mexicano, Sebastián y Mauricio Lara.

Con piezas como El maistro (2007) Chac Seat (2009), Sombrerou (2010) y Barrilitos (2010) de Lara Hermanos, se podría pensar que fue abierta nuevamente la discusión sobre lo auténticamente mexicano, pero también podría tratarse de la incorporación a la juguetización que venía sucediendo en países como Italia, Francia y Finlandia.

Para 2012, con la incorporación de la Knit Chair de Emiliano Godoy a la colección permanente del MoMA –y de otras piezas a diversos museos estadounidenses–, se hace evidente que lo que está sucediendo en México es muy importante para el exterior.

La segunda mitad de la década del 2000 explota la idea del diseño como bien de consumo; sobre todo con bazares, festivales, y exposiciones que se presentaron –una vez más– como promotores de lo diseñado y producido en México. Uno de los aspectos más relevantes de organizaciones como Design Week México, el Corredor Cultural Roma-Condesa, Tráfico Bazar o el Abierto Mexicano de Diseño es que proclamaron el valor de la creatividad y la visión mexicanas.

Los museos tomaron también su papel con retrospectivas sobre personajes como Clara Porset (2006), Van Beuren (2010) y Oscar Hagerman (2013) y, como había hecho la primera, pero 58 años después, Cecilia León de la Barra curó Hecho a mano: nuevos procesos colaborativos de diseño exposición que reunió piezas trabajadas en colaboración por diseñadores y artesanos mexicanos.

De nuevo, el arte popular y las técnicas vernáculas aparecieron como fuente esencial del quehacer de artistas, arquitectos, diseñadores e interioristas.

Es en ese brote del siglo XXI que se establecen las carreras de Ricardo Casas, Joel Escalona, Laura Noriega y Marisol Centeno –en diseño industrial– y de despachos de interiorismo como el de DIN Interiorismo, Uribe Krayer, Nadia Borrás –para Sordo Madaleno–, Germán Velasco o Lorena Vieyra. Todos, con carreras de reconocimiento internacional y estilos muy diversos.

Lorena Vieyra diseñó la Casa Lago en Valle de Bravo. Foto: Jaime Navarro.

Duna por Joel Escalona. Foto: Mariana Achach

El Presidio Casa Bon por German Velasco Arquitectos

A lo largo de los últimos años la pregunta recurrente vuelve a escucharse: ¿es necesario hacer referencia a la tradición para ser considerado diseño legítimamente mexicano?

En la diversidad del panorama de hoy, donde coinciden estilos extremos como el de Andrés Gutiérrez y Olga Hanono, es claro que no hay una línea o postura única. Están quienes constantemente dialogan con los elementos icónicos nacionales –plantas, materiales, formas, técnicas y color– y quienes los han trascendido para incorporarse a una actualidad totalmente global.

Muy pronto, esa pregunta y la exploración iniciada por Clara Porset en 1952 será retomada por Ana Elena Mallet –principal estudiosa actual del diseño mexicano– en el MUAC, con la exposición Diseño artesanal en México 1952-2022, que se estrenará en este mes de mayo.

 

Fuentes


[1] Un panorama del diseño nacional, Ana Elena Mallet, 12 de septiembre de 2019, Este país, Cultura,

https://estepais.com/cultura/hecho-en-mexico-un-panorama-del-diseno-nacional/

 

[2] 10 rostros del interiorismo, 17 de diciembre de 2021, AD Interiorismo,

https://www.admagazine.com/interiorismo/10-de-los-mejores-interioristas-en-mexico-20200110-4352-articulos

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