La ciudad se siente rara, la agitación y la velocidad han cambiado de lugar. En las calles, por la mañana, hay una paz delineada por el canto de pájaros que no sabemos si han llegado ahora o que simplemente antes no alcanzábamos a escuchar. El tránsito de coches ha bajado (aunque no lo suficiente), no hay salidas de escuelas ni horas pico por la tarde. Las banquetas se ven limpias, solo con uno que otro que sale a a pasear a sus perros o a caminar un rato.
Al mirar por la ventana, es inevitable pensar lo idílico de una cotidianidad así.
Sin embargo, la rutina y las actividades, se han tratado de mantener corriendo. Ya no afuera, sino dentro, en las casas, en ese espacio donde antes nos esperaba el descanso… Unas cuantas horas al día, nada más.
El lunes, la oficina se hace en el escritorio; el martes, se monta en el comedor; miércoles, en el sillón; jueves, un rato en la cama y otro en la barra de la cocina. El viernes, los esfuerzos por recordarnos que viene el fin de semana nos llevan al jardín, balcón o, al menos, cerca de la ventana.
Extrañamente, el tiempo parece haber apretado el paso. Sin darnos cuenta, el reloj salta de las 9 a las 6 y nosotros seguimos postrados frente a las tareas, con mucho que terminar aún. Conforme la casa se va volviendo un monótono laberinto que nos encierra, la oficina se añora diversa, abierta y social.
La importancia del espacio propio, de la casa, se reveló de un día a otro, en toda su magnitud. Y de pronto, durante el coffee break en pijama, o el camino de la mesa al baño, nos preguntamos: ¿Qué tanto pensamos y organizamos nuestras casas?,
¿qué se podría lograr con planeación?
Muchísimo.
Un gran ejemplo es el trabajo de Gary Chang, arquitecto chino que ha trabajado la mayoría de sus proyectos en su país y que se ha especializado en el diseño de casas completas en espacios reducidos.
Los principios de habitaciones reconfigurables, ambientes bien definidos y objetos multifuncionales que conforman un todo integrado, se expresan en cada uno de sus proyectos. Desde 1994, con la fundación de su despacho Edge Design, la idea de “eficiencia de espacio” ha dado dirección a su creatividad.
Chang diseña soluciones para viviendas mínimas, creando una multiplicidad de ambientes que se articulan a través de paredes móviles, muebles que se montan y desmontan, transparencias, reflejos, colores y luz.
El proyecto que lo posiciona en los temas de eficiencia de espacios de vida, es Domestic Transformer, la implementación de un sistema de muros corredizos y mobiliario flexible con el que consigue configurar 24 habitaciones distintas en un departamento de 32 m2. Este departamento, en un edificio de 17 pisos con 370 otras familias, es en el cuál, de hecho, él mismo creció en compañía de sus padres y hermanas.
Como diseñador tiene objetos propios y otros desarrollados con firmas como Alessi en los que implementa esta visión de módulos, eficiencia y multifunción. Así el Kung Fu Tea Set o el Treasure Box for Urban Nomads y también la noventera estación de trabajo para Ogilvy and Mather Asia-Pacific.
Para Chang (y acá la reflexión que nos toca en el encierro) el espacio es un recurso y la optimización de éste está marcando el camino de la arquitectura contemporánea.
Sin duda, estos días nos han obligado a enfrentarnos con nuestros muros. La luz, la ventilación y la función de cada objeto, han cobrado peso. Hay quienes incluso se han dado a la tarea de de depurar y organizar cajones, clósets, libreros y recámaras enteras. Otros están sufriendo la falta de intimidad, de vegetación o de una silla cómoda.
Para todos se ha vuelto clara la importancia de los espacios en casa. Ahora por la cuarentena, pero hay que entender que no es un tema de coyuntura (Chang ha estudiado la problemática desde hace 30 años).
El cuadro idílico del COVID-19 no es real: Las ciudades están cada vez más sobrepobladas, la densificación urbana implica menor número de metros cuadrados para cada quien y la casa es, en medio de una rutina veloz y voraz, el refugio personal.
Tenemos que pensar en nuestro espacio. Pensar en nosotros a través de él. Inventarlo, hacerlo digno y confortable. Planearlo e invertir en lo que nos gusta y lo que necesitamos.
Quédate en casa.