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Fernanda Escárcega Chavarría

 

Desde que México emprendió un plan específico para hacer frente al Covid-19, una de las medidas que se han recomendado de manera más enérgica es “mantener la sana distancia”. Por todo el mundo varía el número exacto, pero se dice que lo ideal es guardar 1.8 metros entre persona y persona para evitar cualquier contagio.

Por la radio, en la televisión e incluso con voceadores en las calles, los recordatorios no paran: quedarse en casa, lavarse las manos y mantener la distancia. Tan sencillo como eso. Organizarse para cumplir con el trabajo desde la casa, hacer una despensa grande, mentalizarse en el encierro y extremar las medidas de higiene. Tan sencillo…

Y luego están esas personas que siguen sin quedarse dentro, esas personas que –como Santiago Arau y otros, han retratado en sus vistas del transporte público, puestos callejeros y cruceros– no parecen tener cuidado del metro o hasta los 2 metros que se recomienda mantener con el de al lado.

No, no es necedad ni ignorancia. La posibilidad o imposibilidad de cumplir las medidas de contingencia frente a la pandemia actual ha echado luz sobre otro tipo de distancia: la brecha social y económica en el país.

Metro Pantitlán | Línea A Foto: Santiago Arau

En 2016, la OXFAM –confederación internacional de ONGs, que realiza labores humanitarias por todo el mundo–, tomando datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del INEGI, llegó a los siguientes indicadores[1]:

  • El 10% más rico (los 12 millones de personas más ricas) concentra el 36.6% del ingreso total de los hogares.
  • El 10% más pobre (los 12 millones de personas más pobres) concentra sólo el 1.8% del ingreso total de los hogares.
  • El 50% de la población (aproximadamente 64 millones de personas) concentra apenas el 20.1% del ingreso.
  • El 10% más rico del país suma el mismo ingreso que el 70% más pobre. Es decir, el ingreso de los 12 millones de personas más ricas iguala el ingreso de los 84 millones de personas más pobres.

[1] “Análisis de la desigualdad con los nuevos datos de la ENIGH 2016” Diego Vázquez, gerente de investigación y Milena Dovalí, coordinadora de investigación de Oxfam México revisado en https://www.oxfammexico.org/sites/default/files/Análisis%20de%20desigualdad.pdf

Resulta entonces que el tema no es solo la desigualdad sino que la mayoría del país vive con muy poco. Los ingresos son bajos y, en gran parte, provienen de trabajo informal. Mucha gente vive al día o a la semana.

En 2018, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL)[1] reportó que la población con ingreso inferior a la pobreza por ingresos –por debajo de los $ 3,224 en un entorno urbano y los $2,097 en uno rural[2]– conformaba el 48.8% del país. La cifra de la población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema –por debajo de los $ 1,637 en un entorno urbano y los $1,169 en uno rural[3]– era del 16.8%.

En términos de carencias sociales[4] los resultados fueron:

  • 9% de la población en situación de pobreza
  • 4% en situación de pobreza extrema
  • 3% en situación vulnerable por carencias sociales
  • 9% es población no pobre ni vulnerable

Metro Pantitlán | Línea A Foto: Santiago Arau

Según dichas cifras, solo 27.4 millones de personas de los casi 126 millones que somos tiene estabilidad social y económica.

Los números están ahí. La brecha de desigualdad es enorme. De pronto, la idea de quedarse en casa y guardar distancia deja de ser tan sencilla.

Para ese 10% que junta apenas el 1.8% del ingreso del país, ¿qué tan fácil sería comprar una despensa más grande? Para esa gente que vive con 3 mil pesos o menos, ¿qué tan fácil sería ahorrar?

Para esos millones de personas que viven sin una certeza económica ¿qué tan fácil es dejar de salir a trabajar? ¿quién puede dejar de trabajar?

Albañiles, vendedores, gente de limpieza, cocineras, organilleros, choferes, limpiaparabrisas… Hay que preguntarse cuánta de esa gente que vemos aún trabajando en las calles –o en sus locales– realmente podría no estar ahí.

Al considerar las diferentes realidades que se viven y desde donde se enfrenta la situación actual, se hace evidente que la distancia en casa –espacios amplios–, en trayectos –movilidad–, en el trabajo –home office– y en proyecciones a futuro –ahorro y estabilidad– es un privilegio.

Antes de juzgar, hay que entender. En el país no todos tienen la opción de cuidarse de la misma forma.

[Por los que no pueden, quédate en casa.]

 

[1] https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx

[2]  Lo que hoy cuesta pagar una canasta básica en alimentos, bienes y servicios.

[3]  Lo que hoy cuesta pagar una canasta básica en alimentos.

[4] Modo de medición que considera como indicadores de la pobreza las carencias sociales (el rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, acceso a la alimentación, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos de vivienda). En este modelo, se cuenta como persona en situación de pobreza a quien vive con al menos una carencia social y se cuenta como persona en pobreza a quien tiene tres o más carencias.

 

 

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