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Sergio Campos Espinosa de los Monteros

 

En muchas de las definiciones que existen de arquitectura, en internet y libros, se define a esta como “el arte y ciencia de construir”. Seguramente esta definición no satisface ni hace justicia a la disciplina, no obstante, refleja uno de los más comunes errores que se cometieron en su desarrollo. Durante mucho tiempo, la arquitectura centro toda su atención en la belleza, la estética, el diseño… en hacer arte; pocas veces tomando en cuenta al usuario final de los proyectos de construcción o remodelación, frecuentemente satisfaciendo los propósitos de los clientes, y con una visión incompleta del panorama.

En un artículo publicado en 1986 por Jonathan D. Sime, titulado “Creating places or designing spaces?”, se hace referencia a esta incompleta visión que no solo la arquitectura posee, la psicología en muchas ocasiones ha dejado de lado el ambiente y se ha enfocado únicamente en las personas. Este autor hace un llamado para que los psicólogos salgan de sus laboratorios experimentales, así como los arquitectos de sus edificios y que se comiencen a crear lugares. Durante su discurso, Sime establece que es muy común ver arquitectos diseñando espacios, lo cual, es uno de los más grandes errores que se pueden cometer. Cuando se diseña un espacio, primero, la atención esta mayormente en las cuestiones físicas: los cálculos, la estética, la belleza, entre otras características; segundo, un espacio es simple y llanamente una ubicación, por el contrario, el lugar es esta misma ubicación con un significado para las personas.

El Conjunto habitacional Pruitt-Igoe, no contempló la interacción entre las personas y el ambiente”.

Es por lo anterior, que la creación de lugares debe ser el objetivo de cualquier arquitecto; para ello, se debe tomar en cuenta a la persona y la relación reciproca y dinámica que tiene esta con el ambiente en el que se va a intervenir. Un lugar representa mucho más que un solo espacio, usualmente las personas crean lazos con el ambiente que los rodean, les brindan de significados y se vuelven parte de su vida, por tal motivo, es importante que se tome en cuenta esta relación entre las personas y el ambiente para cualquier tipo de intervención que se realice.

Son demolidos los 33 edificios en menos de 20 años después de su construcción.

Por ejemplo, actualmente el gobierno de la Ciudad de México ha iniciado la remodelación de la avenida México-Tacuba, que va desde el centro hasta la zona de panteones al oeste de la ciudad de México, se construyeron jardineras en el camellón central de esta avenida, lo cual limitará el libre cruce peatonal que había mantenido este lugar desde su construcción. Es importante señalar, que esta intervención seguramente cumple con las cuestiones estéticas, el diseño y hasta la reglamentación para el posicionamiento de los cruces peatonales. Sin embargo, se llevó a cabo sin tomar en cuenta a las personas; vecinos, comerciantes y transeúntes, han protestado, pintado, incluso destruido parte de las remodelaciones, debido a la falta de consideración al usuario final de este lugar.

¡Basta del cochismo, el peatón debe estar en la punta de la pirámide de la  movilidad! — Ciudadanos en Red

La psicología ambiental, a diferencia de los otros tipos de psicología, dónde la atención se centra en la persona, su comportamiento y muchas veces se deja de lado el ambiente, es la disciplina que estudia las relaciones reciprocas entre la conducta de las personas y el ambiente socio-físico tanto natural como construido (Aragonés & Amérigo , 2002). El desarrollo de la psicología ambiental estuvo fuertemente influenciado en sus inicios por las preguntas planteadas por los arquitectos, los urbanistas y otros profesionales del marco construido (Moser, 2014); aunque los alcances de la psicología ambiental van más allá del plano construido, esta disciplina tiene amplias y ricas aportaciones a diferentes disciplinas, entre ellas la arquitectura. Con la psicología ambiental se logra completar esta visión que Sime muchas veces consideró insuficiente en la arquitectura, y que algunos arquitectos reconocidos como Christopher Alexander, en su libro “Pattern Language”, han comprendido.

Existen algunas asociaciones internacionales conformadas por arquitectos, diseñadores, urbanistas, psicólogos ambientales, ingenieros ambientales, entre otros, que reconocen e impulsan el trabajo interdisciplinario con psicología ambiental y otras disciplinas. Por ejemplo, la Asociación de Investigación de Diseño Ambiental o EDRA, por sus siglas en inglés, fundada en 1968 y que conjunta el trabajo de múltiples disciplinas para la investigación, divulgación y desarrollo de proyectos de diseño con una visión completa del panorama.

En suma, la creación de lugares es un trabajo conjunto, donde todas las partes deben ser escuchadas para su mejor entendimiento. La arquitectura es fundamental para la vida humana, y es la parte humana la que no debe ser omitida por ningún motivo; las buenas practicas en el campo del diseño no están peleadas con la psicología ambiental, por el contrario, la inclusión de esta disciplina en los proyectos de esta índole enriquece, mejora y lleva a la arquitectura a otro nivel, el nivel humano.

 

Fuentes


[1] Aragonés, J. I., & Amérigo , M. (2002). Psicología Ambiental. Madrid : Ediciones Pirámide .

 

[2] Moser, G. (2014). Psicología Ambiental: aspectos de las relaciones individuo-medio ambiente (Primera Edición ed.). Bogotá: ECOE Ediciones.

 

[3] Sime, J. D. (1986). Creating places or desisgning spaces? Journal of Environmental Psychology, 49-63.

 

[4] https://www.edra.org/

 

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